He vuelto a caminar por las calles con olor a vetusto y a hogar de leña. He vuelto a entrar en la iglesia donde recibí mi primera comunión. He vuelto a mi infancia de veranos interminables.
Y la nostalgia se ha apoderado de mi.
Y en los recuerdos que iban desfilando por mi cabeza, en los recuerdos de mi tio Antonio, habia un elemento que se repetia constantemente. Era su sonrisa. Inmensa, amable, verdadera.
Ya por la noche, cuando volviamos hacia Barcelona, me pareció que habia una estrella más en el firmamento. Pero ésta estrella no rutilaba, ésta estrella sonreia.