Como cada año por Sant Joan (24 de junio) y sobretodo para evitar la atronadora fiesta de la pólvora, planificamos un viaje a algún lugar no muy lejano.
Este año Lisboa ha sido el destino elegido y como resumen diré que es una ciudad absolutamente recomendable.
Lisboa es una ciudad decadente. Se nota la falta mantenimiento en sus infraestructuras. Supongo que la crisis deja huella y se hace mucho más evidente en los pavimentos de las calles, en las fachadas de los edificios, en los servicios públicos, etc.
Pero eso no quita que Lisboa sea una ciudad encantadora y destino perfecto para una escapada de 3 ó 4 días.
Perderse por sus calles es una experiencia que recomiendo totalmente. Evidentemente no recorrimos toda la ciudad, es poco menos que imposible en tres días. Pero si que nos dimos paseos el barrio de Santa Catarina, Bairro Alto, Chiado, Baixa y algo de Alfama.
Nuestro cuartel general lo teníamos en Santa Catarina. Muy cerca del Miradouro de Santa Catarina. En la casa de Pedro, un escritor portugués que pone su casa a vuestra disposición a través de Airbnb. Las recomendaciones de Pedro fueron el complemento ideal para conocer la Lisboa popular.
A parte de caminar y sufrir 🙂 la especial orografía de la ciudad, también fuimos a visitar aquellos lugares que no por demasiado turísticos se tienen que dejar de visitar.
El Castelo de São Jorge, La Praça do Comércio, el Elevador de Santa Justa son algunos de los lugares que visitamos y de los que guardamos gratos recuerdos.
Otra actividad que recomiendo, es coger el tranvía de la linea 28E. Y no para desplazarse a un lugar concreto, sino para recorrer toda la linea de punta a punta y admirar Lisboa de una manera diferente.
También no podéis perderos Belém, población cercana a Lisboa. Admirar el Moasteiro dos Jerónimos, La Torre de Belém o probar los archiconocidos y deliciosos Pastéis de Belém.
No cometáis el fallo que cometimos nosotros, de planificar el día de visitas a museos en un lunes. Pues al igual que en muchos lugares es día de cierre. Como contrapartida visitamos el Oceanario de Lisboa, situado en la zona nueva que se creó con motivo de la Expo del 98.
Finalmente el día de nuestro retorno, alquilamos un coche y fuimos a visitar la palaciega ciudad de Sintra y el Cabo de Roca.
En Sintra tuvimos la desgracia de coincidir con la visita de un alto dignatario alemán y cuando por fin pudimos aparcar, apenas nos quedo tiempo para visitar la ciudad. Dentro de lo malo tuvimos la suerte de poder admirar la Quinta de Regaleira. Todo un regalo para los sentidos.
La arquitectura y el arte del palacio, de la capilla y demás construcciones se concibieron desde el punto de vista escénico en el contexto de un jardín edénico, en el que destaca la predominancia de los estilos neomanuelino y renacentista. El jardín, representación del microcosmos se revela a través de la sucesión de lugares empapados de magia y misterio. El paraíso se materializa en coexistencia con un inferius – un dantesco mundo subterráneo – al que el neófito sería conducido por el hilo de Ariadne de la iniciación.
Extraído de la página de la Quinta de Regaleira.
El cabo de Roca era una visita obligada de tradición familiar, puesto que era el que nos faltaba de la serie Creus, Gata, Finisterre y San Vicente.
Como decía al principio recomiendo la visita de Lisboa. Actualmente con las compañías de bajo coste es posible conseguir billetes a precios bastante asequibles. Nosotros volamos con Vueling y no tuvimos ningún problema.
Si queréis que os amplíe información, no dudéis en dejar un mensaje en los comentarios.